El teletrabajo ha pasado de ser una modalidad residual a convertirse en una realidad que redefine la forma de trabajar a nivel global. Impulsado inicialmente por la pandemia, este modelo ha demostrado ventajas claras, como la flexibilidad horaria, la reducción de desplazamientos y el aumento de la productividad en muchos sectores.
No obstante, especialistas advierten sobre los desafíos que aún enfrenta el teletrabajo: el aislamiento social, la dificultad para separar la vida personal de la profesional, y las desigualdades digitales entre trabajadores. Las empresas se enfrentan al reto de adaptar su cultura organizacional, apostando por modelos híbridos que combinan lo mejor del trabajo presencial y remoto.
Mirando hacia adelante, la evolución tecnológica y la demanda de mayor conciliación laboral apuntan a que el teletrabajo seguirá creciendo y sofisticándose. Expertos coinciden en que el futuro del trabajo será flexible y centrado en el bienestar del empleado, pero también exigen estrategias claras para garantizar que esta transformación sea inclusiva y sostenible.