El Tercio de Francisco Arias de Bobadilla y el Milagro de Empel

El Milagro de Empel
El Milagro de Empel

El Tercio de Francisco Arias de Bobadilla fue una unidad de infantería española formada en Flandes durante el reinado de Felipe II, en plena Guerra de los Ochenta Años y protagonista del llamado Milagro de Empel. No era uno de los Tercios Viejos, como a veces se ha afirmado, sino un tercio de nueva creación integrado en el ejército del duque de Parma, Alejandro Farnesio. Bobadilla, natural de Fuentesaúco, era un veterano de enorme prestigio, respetado por su experiencia y liderazgo. Bajo su mando se reunió una fuerza compuesta por soldados españoles e italianos, curtidos en la táctica de picas, arcabuces y mosquetes que había convertido a los Tercios en la infantería más temida de Europa.

El tercio destacó en misiones de protección de guarniciones católicas, escolta de convoyes, operaciones de asedio y lucha contra la guerra irregular que los rebeldes protestantes dominaban con habilidad, utilizando inundaciones, emboscadas y maniobras rápidas para desgastar al ejército español. Tras la brillante conquista de Amberes por parte del duque de Parma en 1585, esta unidad recibió una misión tan arriesgada como decisiva: asegurar la isla de Bommel, un enclave estratégico entre los ríos Mosa y Waal. Esta operación aparentemente rutinaria desencadenaría una de las gestas más extraordinarias de la historia de los Tercios.

Un tercio aislado en el invierno flamenco

Los rebeldes holandeses reaccionaron con contundencia. Enviaron una gran flota para bombardear las posiciones españolas, pero sobre todo abrieron los diques que protegían la región, inundando la isla por completo. El Tercio de Bobadilla quedó aislado en un pequeño montículo llamado Empel, prácticamente sin víveres, sin refugio y bajo un frío insoportable. Durante días soportaron bombardeos constantes y un cerco que parecía conducirlos irremediablemente a la muerte. Los protestantes ofrecieron una rendición humillante, asegurando que los españoles morirían “como brutos, de hambre y frío”. Bobadilla respondió con una frase que se haría célebre: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra”.

En aquel escenario desesperado ocurrió un hecho inesperado. Un soldado que excavaba una trinchera encontró una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. El hallazgo, inexplicable dadas las circunstancias, emocionó profundamente a la tropa. El capellán, Fray García de Santisteban, celebró una misa improvisada y los soldados se encomendaron a la Virgen.

El Milagro de Empel y la victoria imposible

Esa misma noche tuvo lugar lo que la tradición recuerda como el Milagro de Empel: las aguas que rodeaban por completo la isla se helaron con tal rapidez y solidez que inmovilizaron la flota rebelde. A la mañana siguiente, Bobadilla ordenó el contraataque. Los infantes avanzaron sobre el hielo, tomaron las posiciones enemigas, capturaron barcos y rompieron el cerco con una victoria total que salvó al tercio de una destrucción segura.

El episodio de Empel marcó para siempre la historia del Tercio de Bobadilla y selló la devoción de los Tercios hacia la Inmaculada Concepción, que siglos después sería declarada patrona del Arma de Infantería Española. Aquel tercio, nacido en Flandes bajo un veterano zamorano, quedó para siempre unido a una de las gestas más sorprendentes y heroicas de la infantería española.

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