Fe, historia y vocación: el camino de Fermín Valenzuela hacia En busca de España

Fermín Valenzuela posa con un ejemplar de En Busca de España

Fermín Valenzuela (Granada) es historiador, seminarista y coautor de En busca de España, un ensayo publicado por Roca Editorial que propone una mirada serena y documentada sobre los grandes momentos que han forjado nuestra historia nacional. Desde su doble vocación —la investigación histórica y el servicio sacerdotal—, Valenzuela reflexiona sobre el papel de la fe, la cultura y la memoria en una sociedad que con frecuencia vive de espaldas a su pasado. En esta entrevista, comparte cómo se gestó su llamada al sacerdocio, la influencia de su formación académica en su vida espiritual y el mensaje que busca transmitir con una obra que invita a reconciliarse con las raíces de España.

¿Cuándo descubrió con claridad la llamada que le llevó a ingresar en el Seminario Mayor de Granada?

No podría decir un momento exacto. Desde muy joven me acompañaba la idea de ser sacerdote, pero no me terminaba de animar a dar pasos decisivos. Después de haber empezado a estudiar la carrera de Teología y haber conocido a los seminaristas, vi que era momento de discernir esa sensación que me llevaba acompañando desde hacía mucho tiempo. Durante mi segundo año de Teología, tras profundizar con ayuda del director espiritual de los seminarista, y del rector del seminario, me decidí a dar el paso. Sin embargo, me gustaría recordar que, por ser seminarista, sigo en este proceso de discernimiento. Todo seminarista tiene que trabajar en eso hasta el momento de su ordenación.

¿Qué vínculo encuentra entre su formación como historiador y la decisión de dar este paso hacia el sacerdocio?

Uno de los temas que más me ha gustado estudiar ha sido la historia de la Iglesia católica, ver su pasado y conocer lo bueno y lo malo que ha pasado en ella a lo largo de sus casi dos milenios de existencia. Eso me ha servido para conocer cómo ha sido la vida del clero, especialmente de clérigos que han subido a los altares, y preguntarme si Dios me estaría llamando a seguir también sus pasos conforme más iba leyendo y más iba calando lo que me iba encontrando.

¿Cómo es un día en su vida dentro del seminario y qué elementos le resultan más enriquecedores en esta experiencia comunitaria?

El día se estructura en torno a los ratos de oración, estudio, vida comunitaria y actividades pastorales. A lo largo del día rezamos juntos las horas de las Liturgia de las horas, la oración oficial de la Iglesia. Por ejemplo por la mañana, antes del desayuno rezamos Laudes; y por la noche, antes de la cena, Vísperas. También tenemos normalmente misa junto con las Vísperas. Las mañanas están dedicadas a las clases de Teología; y las tardes, al estudio, formación específica para los seminaristas o actividades pastorales en parroquias principalmente.

De todo el día, me resultan muy enriquecedores los momentos de vida comunitaria. Es reconfortante estar con más gente que está yendo en la misma dirección, aunque cada uno vaya a su ritmo y lo viva a su manera.

¿Qué retos personales y espirituales ha encontrado desde su ingreso, y cómo los afronta?

Está siendo un reto afrontar el ritmo de vida que se lleva en el seminario. Aquí ya no tengo la libertad para gestionar mi tiempo y mis actividades a mi gusto. También se me hace extraño el no ver con frecuencia a mi familia y a mis amigos de siempre. Sin embargo, el buen ambiente que he encontrado en el seminario por parte de los demás seminaristas y los formadores está ayudando a aceptar este nueva vida y ver lo bueno que ofrece el seguir la llamada.

¿En qué medida la disciplina académica y el rigor histórico que cultivó en la universidad le ayudan ahora en su vida de fe y de oración?

De las maneras que me ha ayudado, hay una que considero muy importante. La historia me recuerda que el pasado es mucho más grande de lo que puedo conocer y tengo que abrirme a sus enseñanzas y correcciones para ser fie a ella. Así pasa con la fe, pues también tengo que aceptar que me supera y es ella la que me instruye, y no yo a ella.

¿Cómo percibe la respuesta de la sociedad —amigos, familiares, colegas— ante su decisión de seguir la vocación sacerdotal en un tiempo tan secularizado?

La verdad es que mi experiencia ha sido muy positiva, tanto por parte de los que son más practicantes, como de los que andan más alejados de la Iglesia. También es verdad que a la gente que me conoce desde hace años no le ha extrañado que les dijera que entraba en el seminario. Lo que a muchos les ha sorprendido es que haya tardado tanto en dar el paso.

¿Qué figuras históricas o espirituales le inspiran más en este camino de formación sacerdotal?

Como siempre me ha gustado leer sobre santos, podría mencionar muchos que me han ido guiando a su manera. Por ejemplo, han sido muy importantes personajes como santo Tomás de Aquino, por sus enseñanzas, y santa Teresa de Jesús, una mujer que me inspira por su vida y sus obras. Sin embargo, la persona que más me inspira en este camino es la Virgen María. Ella es la que ha estado presente en mi camino de discernimiento y me sigue acompañando.

Puede sorprender que no diga a Jesucristo, pero él no es que me inspire, es que es la razón última por la que estoy en el seminario; y todos los que me inspiran lo hacen porque me muestran diferentes facetas de Cristo y me llevan a él.

¿Qué le gustaría aportar como futuro sacerdote a la Iglesia y a la sociedad desde su mirada de historiador?

Como historiador, me gustaría recordar que la Iglesia tiene un extraordinario patrimonio, formado a lo largo de siglos por personas muy diversas aunque unidas por una misma fe y una misma caridad. Ese patrimonio está puesto a nuestra disposición para conservarlo, añadir nuestro aporte personal y legarlo a las próximas generaciones para que también pueda disfrutar lo que nosotros hemos recibido.

En En busca de España, ¿qué mensaje considera más urgente transmitir hoy a los españoles sobre nuestra historia común?

Quiero recordar que tenemos una historia, una gran historia en realidad, en común. Es verdad que no todo lo que se ha hecho en el pasado ha sido lo mejor, pero también es verdad que no ha sido todo un error tras esto. Nuestra historia es muy rica, con grandes lecciones para nuestro futuro, pero no podemos aprenderlas si no aceptamos plenamente nuestro pasado.

¿Qué espera que este libro despierte en los lectores: identidad, reconciliación con el pasado, orgullo por lo heredado o una búsqueda más profunda?

Espero que despierte el interés por nuestra historia y el deseo de profundizar en ella. Nuestra historia no puede quedar sepultada en el olvido, merece ser estudiada y dada a conocer.

A través de sus palabras, Fermín Valenzuela proyecta la imagen de un joven profundamente comprometido con la verdad histórica y con la misión de recuperar el valor de la memoria compartida. Su testimonio revela la coherencia entre la vocación intelectual y la vocación espiritual, ambas orientadas a comprender y a servir. Con En busca de España, Valenzuela aspira a despertar en el lector una conciencia más plena de lo que somos como nación y como pueblo de cultura cristiana. Una llamada, en definitiva, a mirar la historia sin complejos, con gratitud y con la responsabilidad de quienes saben que el futuro también se construye sobre la memoria.

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