Hay series que se ven, series que se devoran y series que te rompen. La bestia en mí, la nueva apuesta de Netflix protagonizada por Claire Danes y Matthew Rhys, pertenece a esa tercera categoría: la de los thrillers que parecen simples en apariencia… hasta que empiezan a empujar suavemente tus certezas al borde del precipicio.
Desde el primer episodio, la historia se dibuja entre una niebla espesa: no sabes del todo qué estás viendo, pero tampoco puedes apartar la mirada. Hay algo —un silencio que pesa más que las palabras— que te invita a quedarte un capítulo más, y otro, y otro. Y cuando quieres darte cuenta, ya estás dentro de la madriguera.
Un thriller que no te trata como tonto
Lo más interesante de La bestia en mí es que no te da la mano para guiarte. Todo lo contrario: te suelta en un territorio emocionalmente inestable y te dice “camina”. Y vaya si caminas…
La serie juega contigo, te hace dudar de cada gesto, de cada frase, de cada mirada. No es un puzzle de piezas fácil de montar, sino un laberinto emocional donde los pasillos son espejos que se mueven según los miedos y traumas de los personajes.
Y ahí llega el gancho: hasta el final no descubres el cuadro completo.
El villano más encantador que verás en mucho tiempo
Sin destripar nada, solo diré esto: hay un personaje cuya presencia es tan magnética que te encuentras a ti misma pensando “bueno… quizá no es tan malo”, justo antes de que algo en tu interior grite ¿pero qué estás diciendo?
Ese tipo de personajes son un tesoro narrativo: hermosamente ambiguos, inquietantes, dulces en la superficie, peligrosos en las grietas. De esos que te enganchan porque te seducen y te asustan al mismo tiempo.
Actuaciones que se sostienen por sí solas
Claire Danes vuelve a demostrar que pocas actrices saben mostrar tanto dolor contenido sin caer en el melodrama.
Matthew Rhys, por su parte, teje un personaje que te mantiene alerta desde el minuto uno.
La química entre ambos es como caminar sobre una cuerda floja.
Una historia que te zarandea (y por eso funciona)
Hay quien dirá que es lenta.
Hay quien dirá que es demasiado introspectiva.
Pero para quienes disfrutan los thrillers que construyen atmósferas y que se atreven a explorar la parte más fea —y fascinante— del alma humana, La bestia en mí es como una joya afilada.
A mí me enganchó de esa forma, fealdad y hermosura al mismo tiempo: esa en la que un capítulo no es suficiente, pero cuando lo acabas te quedas un segundo en silencio, procesándolo.
Ese tipo de historias que te marean lo justo para mantenerte enganchada.
¿Deberías verla?
Si te gustan las tramas que se cuecen a fuego lento, las relaciones turbias, los personajes rotos y los villanos irresistiblemente encantadores…
Sí.
Tienes que verla.
Disfrutarla.
Dejarte enredar.
Si prefieres acción constante y respuestas cada cinco minutos, quizá no sea tu serie.
Pero si lo que buscas es una historia que te haga sentir, aunque no sepas explicarlo de inmediato, entonces La bestia en mí es exactamente ese tipo de viaje.





