Estatua Del Rey Felipe II Ubicada En Intramuros Manila Filipina
El análisis del legado hispánico en Filipinas se centra a menudo en la vasta infraestructura de defensa y evangelización: Intramuros, las iglesias del Barroco Telúrico. Sin embargo, un capítulo distinto y de gran carga simbólica reside en los monumentos conmemorativos erigidos para honrar a figuras clave de su historia. Estas no son estructuras de utilidad militar o religiosa, sino hitos políticos. Son la materialización de la gratitud, la autoridad o el recuerdo. Algunas se conservan, otras no… es lo que tiene el paso del tiempo y el cambio de narrativas.
Estos monumentos, levantados en distintos siglos, reflejan las prioridades de la administración en el momento de su comisión. Mientras las iglesias buscaban la conversión y los fuertes la defensa, las estatuas buscaban inscribir un relato histórico específica en la conciencia colectiva de las islas.
El Monumento a Legazpi y Urdaneta: La Fundación de Manila
El hito fundacional de la Filipinas hispánica es la llegada de Miguel López de Legazpi. Su monumento, ubicado prominentemente en Manila (originalmente en el Malecón, hoy en Intramuros), no lo conmemora solo a él, sino a la alianza que hizo posible el asentamiento: la unión del poder militar y el religioso. La efigie celebra conjuntamente a Legazpi, el soldado y primer Gobernador General, y a Fray Andrés de Urdaneta, el cosmógrafo y fraile agustino que había navegado en la expedición de Loaísa y guio la ruta de regreso (el tornaviaje).
Legazpi, como figura histórica, estableció el control militar y administrativo. El cronista Antonio de Morga, en sus Sucesos de las Islas Filipinas (1609), describe la llegada y el establecimiento con precisión militar:
…partió Miguel López de Legazpi de la Nueva España… Tomó puerto en la isla de Çebú… Hizo y fundó la ciudad de Çebú, que llamó del Santísimo Nombre de Jesús. De allí pasó a la isla de Luzón, y en la bahía de Manila, en un sitio junto al mar, en la misma boca del río… fundó la ciudad de Manila, cabeza del gobierno de las islas… (Fuente: Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas, 1609. Edición de Retana, Madrid, 1909.
El monumento erigido siglos después (inaugurado en 1901, aunque proyectado bajo soberanía española) no celebra una conquista, sino la fundación y la organización. Es un acto de memoria sobre el inicio de la estructura urbana y política que definió el archipiélago.
Monumento a Legazpi y Urdaneta
El otro monumento a Urdaneta
Un monumento moderno, inaugurado en 2009 recuerda al explorador español en la ciudad que lleva su nombre y se ubica también el parque homónimo en la provincia de Pangasinán.
La Gratitud a la Corona: Carlos IV y la Real Expedición Filantrópica
Quizás el más singular de todos los monumentos a españoles en Filipinas sea la estatua dedicada al Rey Carlos IV, situada en la Plaza de Roma (Manila), frente a la Catedral. Esta efigie no conmemora una victoria militar ni una conquista territorial. Su propósito es la gratitud pública por un acto de salud pública: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1814).
El impacto de la vacuna en Filipinas fue profundo, salvando incontables vidas. En respuesta, la administración local decidió erigir un monumento al monarca que la había hecho posible. La estatua de bronce, fundida en Filipinas, se inauguró en 1824. Aunque la inscripción original ha sufrido alteraciones, los registros de la época, como la Gaceta de Manila, documentan el propósito de la erección. El historiador filipino Ambeth Ocampo, citando la Gaceta, señala la intención de:
Un monumento que perpetuase en estas Yslas la memoria del soberano… por el beneficio que dispensó á la humanidad, enviando á ellas la expedición de la vacuna. (Fuente: Gaceta de Manila, 1824. Citado en estudios históricos sobre la expedición).
Este monumento es notable porque celebra la ciencia y la administración civil, un hito humanitario de la Ilustración española en Asia, en lugar de una proeza militar.
Monumento a Carlos IV
Hitos de la Exploración: Magallanes y Elcano
La conmemoración de la primera circunnavegación (1519-1522) presenta una dualidad compleja en Filipinas. La expedición llegó en 1521, pero su primer capitán, Fernando de Magallanes, murió en combate en la isla de Mactan.
Durante siglos, el lugar de la muerte de Magallanes no tuvo una marca significativa. No fue hasta el gobierno de Isabel II, en un período de revitalización del interés histórico español, que se decidió honrar al explorador. En 1866, se erigió un obelisco en Mactan, Cebú, el «Monumento a Magallanes».
Este monumento es una gran torre conmemorativa. La inscripción en su base es un documento histórico en sí mismo, detallando quién lo comisionó y cuándo, estableciendo el control narrativo español sobre el evento.
A / D. Fernando de Magallanes / […] El 26 de Abril de 1521 / Murió en este sitio / […]
Este monumento fué mandado erigir / Por el P. S. Gobernador D. Miguel Creus / […] Siendo Gobernador de Visayas / D. Romualdo G. de Velasco / Año de 1866. (Fuente: Inscripción literal en el Monumento a Magallanes, Mactan, Filipinas. Verificable mediante archivos fotográficos y documentación histórica).
La muerte de Magallanes fue documentada por el cronista de la expedición, Antonio Pigafetta. Su relato, crudo y directo, subraya la violencia del final del navegante, que el monumento de 1866 busca resignificar como un sacrificio en acto de servicio por España (aunque sepamos hoy en día que sus intereses estaban más alejados de eso).
Monumento a Magallanes
Significativamente, hoy este monumento español comparte espacio con una estatua de Lapulapu, el jefe de Mactan que derrotó a Magallanes, erigida por el gobierno filipino y que lo honra como el primer héroe nacional contra la invasión extranjera.
Otro monumento, construido Intramuros, fue destruido en 1945 al igual que muchos otros. Nos queda algún dibujo y alguna foto antigua donde aparece en el Paseo de Magallanes.:
Monumentos a la expedición de Magallanes – Elcano (Manila)
Recientemente, en el contexto del V Centenario (2021), se han inaugurado nuevos hitos, como el monumento en Guiuan (Sámar Oriental), el primer lugar donde la expedición exhausta tocó tierra filipina y fue auxiliada.
Monumento a Elcano
El monumento a Juan Sebastián Elcano que hubo en Filipinas estuvo situado en el Arsenal de Cavite (Cavite Navy Yard) y se documenta en fotografías de c. 1899–1909. Era un pedestal conmemorativo —con la inscripción “A Sebastián Elcano”— erigido a finales del siglo XIX para honrar al marino guipuzcoano y vincular la base naval con la gesta de la primera circunnavegación. Su presencia en un enclave estratégico del archipiélago subrayaba la continuidad marítima entre el Pacífico y la Carrera de Indias. El conjunto desapareció posteriormente y hoy se considera perdido, quedando como testimonio las imágenes de época que conservan archivos navales.
Isabel II en Intramuros
Frente a la Puerta Isabel II de Intramuros sobrevive, verdosa por el salitre, la reina de bronce que Ponciano Ponzano envió a Manila: inaugurada con boato el 14 de julio de 1860 en Arroceros (junto al Teatro Alfonso XII), la estatua conoció después el vaivén de la política —tras 1868 se ordenó su retirada—, el exilio a Malate (1896) y hasta el golpe del tifón Yoling (1970) antes de ser restaurada y reubicada en 1975 donde hoy la vemos.
Es, quizá, el más elocuente vestigio decimonónico del régimen isabelino en Filipinas: una pieza que condensa mudanzas de poder, memoria urbana y la vieja vocación marítima de la ciudad.
Simón de Anda y Salazar — Anda Monument
Obelisco de época española y memoria de resistencia, el Monumento a Simón de Anda y Salazar se alzó en 1871, por iniciativa del capitán general Carlos María de la Torre, junto al Pasig y costeado por suscripción popular, para honrar al oidor que plantó cara a la ocupación británica de 1762–1764.
Herido por la guerra en 1945, el monolito fue trasladado después a la rotonda que hoy llamamos Anda Circle, donde volvió a cobrar protagonismo tras la rehabilitación de 2020 (con fuente e iluminación nocturna). Es, en el paisaje de Manila, una piedra de memoria hispano-filipina: sobria, resistente y con la mirada puesta en la ciudad amurallada.
Felipe II en Filipinas, su archipiélago
En la Plaza de España de Intramuros, entre Muralla y Andrés Soriano, se alza el Felipe II de bronce que devuelve a Manila una genealogía urbana castigada por la guerra: la Administración de Intramuros empezó a recomponer este triángulo en 1982 y, en 1998, al filo del Centenario, colocó en su centro la efigie del monarca que dio nombre al archipiélago; el conjunto fue inaugurado en 2000 por la reina Sofía durante su visita oficial.
Sobria más que triunfal, la estatua dialoga con las ruinas de la Aduana y recuerda el hilo que unió la ciudad amurallada con el mundo hispánico.
Estatua del fundador de la Universidad de Santo Tomás
En la Plaza Benavides de la UST, frente al edificio principal, se alza el fundador: fray Miguel de Benavides, tercer arzobispo de Manila.
La efigie —fundida en París en 1889 por el escultor francés Tony Noël— se descubrió el 2 de julio de 1891 en la Plaza de Santo Tomás de Intramuros y, tras la devastación de la guerra, fue reinstalada en 1946 en el campus de Sampaloc. Sobre pedestal granítico con leones y escudos dominicos, la figura ofrece el Evangelio a la ciudad como recordatorio del gesto fundador: con el legado bibliográfico y económico de Benavides nació, en 1611, la Universidad de Santo Tomás.
La Batalla de Tetuán en piedra
En la fachada coralina de la parroquia de San Joaquín (Iloílo), el gran relieve titulado “Rendición de Tetuán” —tallado entre 1859 y 1869 bajo el agustino fray Tomás Santarén— convierte el templo en crónica de una guerra peninsular: caballería e infantería españolas avanzan sobre las líneas del Estado sharifiano (‘alauí) en la Guerra de África (1859–1860), con la leyenda en castellano grabada en la basa como si fuera una portada de gaceta.
Rara avis en la imaginería filipina por su tema militar y no devocional, el conjunto enlaza el archipiélago con la actualidad política de su tiempo y hoy se reconoce como Tesoro Cultural Nacional (2001): un frontispicio que es, a la vez, altar y memoria histórica.
Cruz de Magallanes
La Cruz de Magallanes se guarda en un quiosco octogonal de coral en Plaza Sugbo (Cebú), a un paso de la Basílica del Santo Niño. La tradición sitúa aquí la cruz plantada el 21 de abril de 1521 por los hombres de Magallanes; para protegerla de quienes arrancaban astillas por devoción, en 1835 se encapsuló dentro de otra cruz de tindalo. El conjunto —levantado en 1834 en plena época española— se ha convertido en hito urbano y devocional, con un relato que mezcla crónica de viaje, catequesis y memoria cívica.
Bajo la cúpula, un mural —obra de Jess Roa y Serry M. Josol— narra el bautismo de Rajá Humabón y la plantación de la cruz, reforzando el carácter histórico-religioso del enclave. Tras los daños del terremoto de Bohol (2013) y el tratamiento de la madera en 2015, el pabellón reabrió en marzo de 2016; en 14 de abril de 2021 fue declarado Tesoro Cultural Nacional junto con la iglesia y convento de la Basílica. Es, más que un “monumento”, una escena fundacional fijada en piedra y pintura.
Vidrieras y mármoles de Lepanto en la iglesia de Santo Domingo (Quezon)
El actual templo dominico (1952-54) luce en la portada un alto-relieve de Francesco R. Monti sobre las batallas de La Naval (1646), y en el interior un ciclo de vidrieras de Galo B. Ocampo donde aparecen, además de los misterios del rosario, Lepanto y la propia La Naval (la advocación filipina de la Virgen del Rosario, que hay que recordar que durante siglos fue la patrona de los navegantes y la Armada).
¿Conoces más ejemplos?
Este inventario está vivo. Si sabes de otra escultura, relieve o marcador histórico de raíz hispana en Filipinas —aunque hoy esté perdido o trasladado—, déjalo en los comentarios para seguir ampliando el artículo.
Idealmente indica: templo/ubicación exacta, pieza (relieve, mural, estatua, placa), fecha/autor si se conoce, foto o enlace (con su licencia), y fuente de verificación (NHCP, Gaceta de Manila, archivos, bibliografía).
Revisaremos cada aportación y, tras contrastarla, la incorporaremos citando a quien la haya facilitado.
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Miguel Ángel Ferreiro
Miguel Ángel Ferreiro es autor de La segunda columna: Lo que dejamos en África, obra que explora la huella española en África. Además, es fundador y director del portal de divulgación histórica El Reto Histórico. Con formación en Historia del Arte y de profesión militar, reúne rigor, pasión por la historia y capacidad comunicativa para acercar al gran público episodios poco divulgados de nuestro pasado.