El día en que Fernando III el Santo recibió las llaves de Sevilla

Fernando III el Santo
Fernando III el Santo recibiendo las llaves de Sevilla

El 23 de noviembre de 1248, Fernando III, el Santo, rey de León y de Castilla, entró solemnemente en Sevilla tras más de un año de asedio, poniendo fin a más de cinco siglos de dominio musulmán en la ciudad. La escena fue recogida por su hijo Alfonso X, el Sabio, en su monumental Estoria de España, donde se narra cómo el caíd Axataf, máxima autoridad musulmana, acudió ante el monarca cristiano para entregar las llaves de la ciudad.

«E salió Axaṭaf, caudillo de los moros, con los mayores dellos, et truxo las llaves de la cibdat, e entrególas al rey don Fernando, diziendo que se las daba por ellos e por todos los otros moradores de Sevilla.»
«E reçibio el rey la cibdat por las llaves e por su palabra, como señor della e de todos quantos en ella moraban.»

Con este gesto simbólico, Sevilla reconocía la autoridad de la Corona de Castilla. Fernando III avanzó hacia la ciudad acompañado de un cortejo solemne, mientras la población musulmana comenzaba a abandonarla en columnas ordenadas, siguiendo los términos pactados en la capitulación.

El asedio: una operación combinada terrestre y naval

El cerco de Sevilla había comenzado en el verano de 1247, convirtiéndose en una de las campañas militares más ambiciosas de la Reconquista. Por tierra, los ejércitos cristianos bloquearon las rutas de suministro, estableciendo posiciones alrededor de la extensa muralla islámica. Por agua, una flota castellana —al mando de Ramón de Bonifaz— remontó el Guadalquivir con el objetivo de aislar a la ciudad desde su arteria principal de abastecimiento.

La maniobra naval resultó crucial. Las fuerzas musulmanas mantenían un puente de barcas sobre el Guadalquivir, clave para recibir provisiones, armas y refuerzos. El 3 de mayo de 1248, los navíos castellanos embistieron la estructura en una acción decisiva que se oyó «en toda la ciudad», según testimonios de la época. El puente, compuesto de madera y reforzado con hierro, se vino abajo entre el estruendo de la batalla. A partir de ese momento, Sevilla quedó completamente aislada.

Capitulación, entrega y significado histórico

Tras meses de cerco y una dura escasez de alimentos dentro de las murallas, el caíd Axataf comprendió que la resistencia era ya imposible. A finales de noviembre comunicó la capitulación y, días después, se produjo la entrega de las llaves a Fernando III, acto que simbolizaba el traspaso de soberanía de la ciudad.

En los días siguientes, la antigua mezquita aljama —actual Catedral de Sevilla— fue tomada simbólicamente por el monarca y consagrada al culto cristiano, unificando así el poder militar y religioso de la nueva etapa.

La conquista de Sevilla no solo significó un triunfo territorial. Supuso la consolidación definitiva del dominio cristiano sobre el valle del Guadalquivir, y trazó el camino hacia futuras campañas en Andalucía. Se convirtió, además, en uno de los episodios más recordados de la Reconquista.

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