En la España moderna se puede seguir un hilo continuo que parte del siglo XVIII, cuando la Monarquía creó un nuevo impuesto voluntario para financiar obras públicas, y culmina en la extraordinaria liturgia anual del Sorteo de Navidad.

Contexto y origen de la lotería en España
La introducción de la Lotería Real
La lotería fue introducida en España durante el reinado de Carlos III. La Lotería Real fue inspirada en un modelo napolitano y se concibió como un monopolio estatal destinado a recaudar fondos sin gravar a los contribuyentes. El primer sorteo se celebró el 10 de diciembre de 1763.
Ese sorteo inicial tuvo una extracción ganadora compuesta por los números 18, 34, 80, 51 y 81. La nueva institución tenía un fin social: financiar hospitales, hospicios y obras públicas de la capital. El sorteo se celebraba en la plaza de San Ildefonso de Madrid y los billetes eran simples papeletas de números impresos.
En sus primeros años, la Lotería Real se mantuvo como un juego de élites. Los billetes tenían un coste relativamente alto y la participación popular era limitada. Las bolas numeradas y los bombos que hoy caracterizan los sorteos no existían todavía; se extraían papeletas a mano y los números se cantaban sin acompañamiento musical. El 9 de marzo de 1771 se introdujo una innovación simbólica: por primera vez, un niño del Colegio de San Ildefonso, llamado Diego López, cantó los números del sorteo. Esta práctica, destinada a dotar de inocencia y transparencia a la extracción, se convertiría en uno de los iconos más duraderos de la lotería española.

Pese a la aceptación inicial, la Lotería Real sufrió varias reformas. El sorteo se fue modificando para adaptarse a las necesidades de la Hacienda Real, y a finales del siglo XVIII algunos intelectuales criticaron que se tratase de un «impuesto sobre la esperanza» que explotaba la credulidad del pueblo. Con el cambio de siglo y la agitación política provocada por la invasión napoleónica, la lotería se transformó en un instrumento fiscal más ambicioso.
De la Lotería Real a la Lotería Nacional
Durante la guerra de la Independencia, la Junta Superior de Cádiz buscó nuevos recursos para sostener el esfuerzo bélico. En este escenario, el 23 de noviembre de 1811, el Ministro de la Cámara de Indias, Ciriaco González Carvajal, presentó ante las Cortes un proyecto inspirado en una lotería que ya funcionaba con éxito en el Virreinato de Nueva España desde 1771. No se buscaba un juego de azar, sino un instrumento fiscal. González Carvajal defendió su propuesta ante la Cámara de esta forma:
«será un medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes».
(Fuente: Diario de Sesiones de las Cortes de Cádiz, Sesión de 23 de noviembre de 1811).
La propuesta fue aprobada y se bautizó al nuevo sistema como «Lotería Moderna», para diferenciarla de la «Lotería Primitiva» introducida por el Marqués de Esquilache en 1763, que se basaba en la extracción de cinco números de un total de noventa. La Lotería Moderna adoptaba el sistema de billetes impresos con números específicos, el mismo que perdura en la actualidad.
El primer sorteo de esta nueva lotería se celebró en Cádiz el 4 de marzo de 1812. Al principio se circunscribió a Cádiz y San Fernando, pero conforme el ejército napoleónico se retiraba se extendió a Ceuta y Andalucía. La capital del reino acogió su primer sorteo el 28 de febrero de 1814, y desde entonces la Lotería Nacional se celebró en Madrid. Aunque durante el reinado de Fernando VII se alternó el nombre oficial entre Lotería Moderna y Lotería Nacional según la coyuntura política, el mecanismo básico perduró.
La convulsión política de la época no impidió que el sorteo consolidara una rutina de emisiones de billetes numerados. En 1812 también se instauró un sorteo extraordinario destinado a las fiestas de diciembre. Aquella iniciativa dio origen al futuro Sorteo de Navidad. El formato incluía un único premio extraordinario, conocido entonces como terno, que equivalía al primer premio moderno. Con el paso del tiempo, el sorteo extraordinario de diciembre se convirtió en una tradición arraigada.
El primer ganador de la Lotería de Navidad
El sorteo extraordinario de 1812
En plena guerra de la Independencia, el gobierno gaditano decidió organizar un sorteo extraordinario a finales de año para aumentar la recaudación. El 18 de diciembre de 1812 se celebró, en Cádiz, el primer Sorteo de Navidad de la historia. Los detalles de aquel sorteo inaugural son precisos. Se pusieron a la venta billetes (denominados «cédulas») para los números comprendidos entre el 1 y el 25.000. El precio de cada billete completo era de 40 reales de vellón. El premio principal, el que hoy conocemos como «El Gordo», recayó en el número 03604.

El primer ganador de la Lotería de Navidad documentado adquirió, por tanto, el número 03604. El premio asignado a este número fue de 8.000 reales. Es fundamental señalar que las fuentes históricas y los registros de la época, custodiados por Loterías y Apuestas del Estado, no registran la identidad de este primer afortunado. El cobro de los premios en el siglo XIX solía ser anónimo; la celebridad pública del ganador es un fenómeno posterior.
El sorteo fue un éxito de recaudación para las Cortes. La Gaceta de Madrid, el órgano de prensa oficial, publicaría los resultados, consolidando la nueva institución. El objetivo de Ciriaco González Carvajal se había cumplido: financiar la guerra con un impuesto voluntario.
Santiago Alonso Cordero, «El Maragato»
El sorteo de 1812 proporcionó el primer ganador, pero no la primera leyenda. El personaje que cimentó el sorteo en el imaginario popular, el «famoso maragato», es una figura histórica real, aunque su historia se mezcla con la mitología popular. Se trata de Santiago Alonso Cordero (1792-1865), conocido como «El Maragato»

La Figura Histórica del Arriero Maragato
Santiago Alonso Cordero no era un personaje de ficción. Nacido en Santiago Millas (León), en la comarca de la Maragatería, pertenecía a la casta de los arrieros maragatos, los transportistas más eficientes y fiables de la España preindustrial. Eran empresarios del transporte, no simples jornaleros.
Cordero era ya un comerciante y arriero establecido cuando su vida fue transformada por la lotería. La Real Academia de la Historia (RAH) ofrece un perfil preciso de este individuo, que trascendió su origen humilde para convertirse en una de las grandes fortunas de España, además de político (diputado a Cortes y senador vitalicio).
El Golpe de Fortuna y la Literatura de Cordel
El análisis histórico de su figura, como el realizado por el biógrafo José Antonio Carro Celada, matiza la leyenda. Cordero no ganó un único premio «Gordo», sino varios premios significativos en distintos sorteos. La fecha exacta es difusa (1830, 1836 o 1837), pero el impacto fue real.
A diferencia del ganador de 1812, la victoria de Cordero trascendió. La sociedad española de la década de 1830 quedó impactada por cómo un «arriero» (símbolo del trabajo duro y la vida nómada) podía acceder a la élite financiera gracias al azar. Este evento fue recogido de inmediato por la «prensa» popular de la época: los pliegos de cordel y los romances de ciego.

Aunque la figura de Cordero es la base histórica, el romance que inmortalizó el arquetipo del arriero afortunado es El nuevo gordo. Composición histórica de la Lotería Primitiva y de la Moderna, datado aproximadamente en 1845. Este pliego no nombra a Cordero, pero describe a la perfección la figura que él representaba. La copla que se hizo «viral» en el siglo XIX rezaba:
El número veinte mil quinientos cuarenta y ocho, le ha caído á un arriero, ¡Jesús, qué mozo tan gocho!
El número (20.548) y el término «gocho» (cerdo), usado como sinónimo de «grueso» o «afortunado», se fusionaron con la figura de Santiago Alonso Cordero. Él fue el primer ganador famoso, el hombre que demostró que la Lotería Moderna era un motor de transformación social.
De la Suerte al Imperio Empresarial: La Casa Cordero
La relevancia histórica de Santiago Alonso Cordero no reside solo en el golpe de suerte, sino en su gestión posterior. No dilapidó el premio. Utilizó el capital para expandir su negocio de arriería y diversificó sus inversiones. Invirtió masivamente en la compra de tierras durante los procesos de desamortización, adquirió propiedades urbanas en Madrid y fue un financiero clave en proyectos de infraestructuras, como el Ferrocarril del Noroeste.
El símbolo máximo de esta nueva fortuna, visible hasta nuestros días, fue la construcción del edificio que el pueblo de Madrid bautizó como la «Casa del Maragato» (https://es.wikipedia.org/wiki/Casa_Cordero). Entre 1842 y 1845, Cordero encargó al arquitecto Juan José Sánchez Pescador la construcción de un monumental bloque de viviendas en la Puerta del Sol, esquina con la calle Mayor.

La obra fue un hito urbanístico. En un Madrid acostumbrado a edificios de tres o cuatro alturas, la Casa Cordero se elevó a cinco pisos, presentando una fachada uniforme, austera y de corte neoclásico que rompía radicalmente con la estética barroca de la plaza. Fue un edificio moderno, especulativo y funcional, que albergó el «Gran Bazar de la Unión» y el «Gran Hotel de París». Su construcción fue la primera gran reforma privada de la Puerta del Sol, anticipando la transformación definitiva de la plaza.
El propio Pascual Madoz, en su Diccionario (1847), constató la importancia del edificio en la modernización de la capital. Al describir la plaza, Madoz señala:
En la Puerta del Sol… se han construido en estos últimos años edificios de sólida y elegante arquitectura… sobresaliendo entre todos la hermosa casa llamada de Cordero, por pertenecer á este rico propietario…
(Fuente: Madoz, P. (1847). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo X, p. 556).
El primer ganador de la Lotería de Navidad fue, por tanto, un anónimo en Cádiz que contribuyó a la guerra. Pero el ganador que fundó la tradición fue Santiago Alonso Cordero, el Maragato, cuya fortuna no se basó solo en el azar del número 20.548 (o el que realmente le tocase), sino en la visión empresarial que aplicó a su premio.






