Starship 11: la prueba que acelera el calendario de la arquitectura lunar y marciana de SpaceX

Foto de nader saremi en Unsplash

El 13 de octubre, desde Starbase (Texas), SpaceX lanzó el undécimo vuelo de prueba de Starship, su sistema de lanzamiento totalmente reutilizable. La misión completó los objetivos principales: inserción suborbital, maniobras en vuelo, reentrada con control aerodinámico y amerizaje controlado de la nave en el Índico, mientras el booster efectuaba un descenso controlado al Golfo de México antes de autodestruirse. Se trata del último test de la configuración actual antes de introducir un prototipo mejorado orientado a operaciones de espacio profundo y pruebas de reabastecimiento orbital, clave para el programa Artemis de la NASA.

El valor técnico del vuelo 11 reside en la madurez incremental. Las mejoras en baldosas térmicas, control de actitud y reencendido en condiciones representativas se traducen en datos de ingeniería para el rediseño de subsistemas críticos. De cara a Artemis, el cuello de botella ya no es solo “llegar”, sino “operar”: demostrar que dos Starship pueden acoplarse, transferir propelente con eficiencia y estabilidad, y que la estructura y la aviónica soportan el régimen térmico de reentrada.

En el plano programático, este hito ancla expectativas. La empresa pretende transicionar a un prototipo con equipamiento para reabastecimiento y carga útil más representativa, pieza indispensable del contrato para el módulo lunar HLS. La trayectoria no es lineal—algunos vuelos cerraron con incidencias—pero el 11 refuerza la tesis de iteración rápida: volar, fallar, aprender, rediseñar y volver a volar. En paralelo, SpaceX acondiciona instalaciones en Cabo Cañaveral para ampliar la cadencia y reducir dependencias.

Más allá de la épica, hay economía política: Starship compite por redefinir costes marginales por kilogramo a órbita y abrir ventanas para megaconstelaciones, sondas pesadas y arquitecturas cis-lunares sostenibles. Si el reabastecimiento orbital se demuestra de forma fiable, el vector cambiará las reglas del juego para misiones a la Luna y Marte, y, por extensión, para la industria europea y española que integran subsistemas e instrumentación. La prudencia, no obstante, es obligada: asesores de seguridad de NASA han advertido que el calendario del lander podría tensionarse si la madurez tecnológica del sistema no acompasa los hitos. El vuelo 11 no lo resuelve todo, pero despeja el camino inmediato.

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