Wing Wing: las alitas que reinventan el sabor en el Mercado de San Leopoldo

Alitas de Wing Wing | Mercado de San Leopoldo

Ayer descubrí, casi por azar, uno de esos lugares que te reconcilian con la gastronomía urbana: Wing Wing, el nuevo concepto de alitas a la brasa que ha aterrizado en el Mercado de San Leopoldo, en pleno corazón de Madrid. Entré movido por la curiosidad y salí con la sensación de haber viajado —a golpe de sabor— por medio mundo.

No exagero al decir que lo que Wing Wing propone va mucho más allá de unas simples alitas. Su chef, Nicolás Nájera, discípulo de Dabiz Muñoz, ha conseguido elevar un producto popular a la categoría de experiencia culinaria. Aquí no hay frituras ni artificios: las alitas se cocinan a la brasa, en tres fases, hasta alcanzar ese punto perfecto en el que la carne se deshace con suavidad. El aroma del carbón lo impregna todo, pero sin eclipsar el protagonismo de las salsas —auténticas obras de alquimia gastronómica— que son el alma de la propuesta.

Decenas de sabores de todo el mundo

El comensal puede elegir entre decenas de sabores del mundo: desde una barbacoa coreana o una harissa marroquí, hasta una brava castiza o un sofrito de la abuela con un toque ahumado que despierta recuerdos. Cada bocado es un pasaporte: uno se mueve de México a Japón sin abandonar la mesa. Y lo mejor, sin pesadez ni grasa; aquí todo se hace sin rebozados, sin fritos, sin remordimientos.

El espacio, además, acompaña. En el Mercado de San Leopoldo, entre puestos tradicionales y nuevos conceptos gourmet, Wing Wing ha logrado un equilibrio admirable: un puesto moderno, con identidad visual cuidada, pero sin perder el alma de mercado. Se percibe la ambición joven de un proyecto que no pretende imitar a nadie, sino redefinir lo que puede ser una alita de pollo.

Probé las alitas “Carbón” y las “Ají de Polllería”, entre otras muchas. Pura creatividad. Pura sorpresa. Si algo demuestra Wing Wing es que la gastronomía puede ser accesible, divertida y, al mismo tiempo, de autor.

Salí de allí con las manos limpias de salsa, gracias a los guantes que te ofrecen, y una sonrisa satisfecha. Madrid tiene un nuevo lugar donde comer con emoción y sin pretensiones. Wing Wing no es solo una marca: es una declaración de amor a la cocina bien hecha, con carbón, alma y mucha personalidad.

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